EL RINCÓN DE MIKE Y ALBERTO

No es difícil que dos amigos tengan aficiones comunes, en parte de ahí puede venir la amistad. Pero sí es más complicado que la afición común les envenene a los dos de la misma forma y con la misma intensidad. Eso es lo que nos pasó a nosotros con la bicicleta. Empezamos juntos, fuimos aprendiendo, mejoramos, nos planteamos nuevos retos, y llegó un momento que uno decía :“pues podíamos este domingo ir a…” y el otro decía “pues no faltaba más”, y nos íbamos a hacer la vuelta de las Abaurreas. Y volvíamos de dar una vuelta con el club y uno decía: “pues podíamos alargar un poco” y el otro decía “pues no faltaba más”, y caían otro par de horas y llegábamos de noche a casa.
Salimos con la Btt, últimamente salimos mucho con la de carretera, y espérate que no terminemos saliendo en tándem, o haciendo duatlones, o vete tú a saber. Éste año estamos preparando varias cosas, algunas juntos, otras no, y en este rinconcito queremos contaros los momentos buenos, los menos buenos, las chorradicas, la épica de la bici, las globeradas y lo que se nos pase por la cabeza y se pueda contar. Va por ustedes!!

lunes, 9 de abril de 2012

A DIEZ MIL KILOMETROS

Bucólico y pastoril

La mitad buena del dúo corcho pan en Granada con la bici, supongo que subiendo y bajando al Veleta que ya le tienen que estar sacando cantares en la zona; la otra mitad, en Córdoba, pero en la que está a diez mil kilómetros, en la sierra argentina. Este año las vacaciones han cuadrado así, y justo antes de empezar la temporada de carreritas, cuando empezaba a coger un poco el punto a esto de mezclar los tres deportes, aparco la bici, cruzo el charco y entreno lo que puedo, sobre todo para bajar los alfajores, dulce de leche, pizzas, churrascos y demás.



Casi no se me nota el viaje que llevo encima...
Veinte horas de viaje desde mi casa hasta el aeropuerto de Buenos Aires, cambio horario y noche toledana en los cada vez más cómodos asientos de los aviones transoceánicos, incluyendo cena y desayuno pensados para deportistas por la aerolínea  para que, según llego, mi cuñado Guille me comunica que en ocho horas estamos inscritos en los 10 km. Urban Run 212 patrocinados por Carolina Herrera por los bosques de Palermo. Así que como algo de pasta, me echo una horita de siesta, me clavo un ibuprofeno, me pongo el chip y la camiseta y nos vamos a la salida. Ya es de noche, y el ambiente es bárbaro, música a tope, mucha gente, unos veinte grados y el parque iluminado por los focos del hipódromo vecino.
 Salimos, y en el minuto largo antes de pasar por la alfombra decido que voy a hacer un test e ir a tope para ver cómo ando. Primer kilómetro adelantando gente a saco, he salido de muy atrás, a 4:20. En el segundo se abren huecos, bajo a 4:10. Me encuentro muy bien, ligero y sin ninguna molestia muscular, así que para el avituallamiento líquido del kilómetro cinco ando a 4:12 de media, que para mí está muy bien. El pulso alto, pero llevadero, a 170. A partir del siete y medio y durante un kilómetro bajo un poco hasta el 4:30, pero me adelanta un tipo sin camiseta y rastas a toda leche y decido que me va a hacer de liebre hasta el final. Lo tengo a veinte metros, y a falta de quinientos vuelvo a ponerme a 4:05, entro en meta con 44:37, puesto 97 general y 69 de mi categoría, 173/186 y 4:19 de media. Muy contento, porque me he notado cómodo y cuando acabo no me duele nada. Estiro, me como un plátano, recibo la medalla que dan a todos los finishers y cuando llega Guille, que está empezando a correr después de un parón de más de un mes, nos vamos más contentos que el pichi. Ducha y a casa de unos amigos, que tenemos cumpleaños hasta las tantas.
Mejor que en la piscina
La agenda viene cargada. El domingo, ni más ni menos que trece horas de viaje en coche atravesando la pampa hasta la sierra de Córdoba. Autopista con una curva porque se equivocaron, cultivos de soja a la derecha, cultivos de maíz a la izquierda, vacas pastando y así ochocientos kilómetros. Es un viaje corto, me dicen. Cuando llego me tienen que sacar del coche y colocarme un culo nuevo. Mis suegros han alquilado una cabaña en Villa General Belgrano, sin teléfono, con televisión de cuernos y un bonito terreno alrededor donde no falta la imprescindible parrilla argentina. El pueblo fue foco de inmigración alemana, y parece sacado de una postal de Bavaria. Lo más típico, la cerveza alemana y las tartas de manzana. Y los alfajores. Y las empanadas. Y la pasta. Tendremos que probar de todo.
Los terrenos de la zona son escarpados. Mucha pista de ripio, tipo parcelarias, pero todo en cuesta. Y las salidas del pueblo, por asfalto, con mucho coche y carretera sin arcén. Me dicen que hay mucha tradición ciclista en la zona, aunque estos días no voy a ver más de dos o tres tipos entrenando. Eso sí, valientes, porque viendo cómo conducen los cordobeses el ciclista es lo que menos vale en la calzada. De hecho, estorba. También me siento así durante los seis primeros kilómetros que hago corriendo por carretera el lunes antes de coger una pista al lado de un río, ya sin tráfico. Voy mirando las vaquitas, los eucaliptos, el río, que parece el del belén navideño porque por no tener no tiene ni algas. Fondo de arena, sin vegetación en las orillas. Ni mosquitos hay. Buen sitio para hacer un picnic por la tarde con las niñas. Como las cuestas y las horas de coche hacen mella, voy a un poco más de cinco el kilómetro, hasta completar veintidós en hora cincuenta y dos. El terreno y el desnivel me dejan un poco dolorida la rodilla izquierda, así que al día siguiente descansaré.
Me tiro, no me tiro, me tiro...

De la sierra bajan ríos con agua fría que te cruje. Y hay dos embalses en la zona. Me he traído el neopreno, así que el martes nos vamos a pasar la mañana al embalse del Molino, aunque el día es el equivocado para nadar. Muy buena temperatura, pero hay un aire fuerte que mueve el agua, el fondo es fango, y aparte de no ver un pimiento, cuando llevo trescientos metros estoy asfixiado, es muy difícil sacar la cabeza para respirar. Paso, la sensación es mala, y aunque no me he agobiado como pensaba que podía pasar, no merece la pena seguir porque no estoy disfrutando nada. Será el día que más nade en toda la semana.

Al día siguiente llega mi compañero de running Guille, que había tenido que trabajar y se ha chupado catorce horas de autobús nocturno, así que por solidaridad hoy no correremos. Nos adentramos en la sierra (en coche) hasta una zona de arroyos y pozas naturales, la Cumbrecita. Aquí la temperatura del agua es directamente engelante, pero aún así es tan espectacular y hace tanto calor que es imposible no bañarse, aunque el nado tendrá que seguir esperando.
Llego a la cascada...
...y vuelvo congelado.
 Jueves, quince kilómetros suaves con mi cuñado y parrillada de carne en casa (hay que joderse, la tengo que hacer yo). Viernes, excursión al Durazno, el río más espectacular de los que hemos visitado. El centro del río con un canal de unos dos metros de profundidad, limpio de algas, y con unos cincuenta metros buenos para nadar que parecen una piscina. Agua muy fría, pero aprovecho para hacer unos largos, a pelo. Y a la orilla a tomar el sol.



Sitios bonitos en buena compañía
Importante en la foto segundo plano arriba a la derecha.
Último día antes de la locura del viaje de vuelta, hacemos tirada larga corriendo con Guille, unos dieciocho kilómetros, como siempre pasa el último día es cuando descubres el camino más chulo para correr. Y tras pasar la tarde en el río del primer día, cena en restaurante de comida típica danesa(¡!), muy rica, con buena cerveza y muchas risas.
No podemos volver a  hablar de tráfico denso sin haber visto lo que es la panamericana en la entrada a Buenos Aires cuando todo el mundo regresa de un fin de semana vacacional. Si a la ida se me hizo largo, a la vuelta se me hizo eterno. Pero llegamos a casa sanos y salvos. Así que hoy, de nuevo para quitar el óxido del coche, me he ido a correr por mi Palermo, para hacer trece kilómetros en cincuenta y siete minutos, que llevan la suma a casi ochenta en ocho días.
Grupo malote

Lo de la bici no tiene remedio. Pero hoy espero tener suerte y empezar a nadar en la piscina de uno de los clubs cercanos a la casa de mi suegro. Si es así,  entre una cosa y otra salvaré la semana.
Alberto 4C.

3 comentarios:

  1. Hola semental..., como optimizas recursos!!!
    Vamos un crack.
    Yo recién llegado de Granada, reventado.
    Mañana meto entrada del stage, titulado, "Andaluces y su dieta contra el ciclismo".
    Saludos para todos...
    MIke.

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  2. Alberto, la del segundo plano arriba a la derecha hay que ficharla para el club, je je je.
    Saludos.
    Ricardo

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  3. Bonitas y aprovechadas vacaciones, sí señor!!!! Descansa a tu vuelta y a darlo todo por aquí nuevamente... Jejeje.
    Saludos, Txontxo.

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