Pasaron las fiestas, pasaron las vacaciones, y el dúo corcho pan se reencuentra en salida de tarde de las de o comes en el laburo mucho antes de coger la bici o comes en casa media hora antes de empezar a dar pedales. Ambas opciones terminan en o pajarón antes de llegar a casa, o a vomitar en el primer repecho. Cada uno de nosotros había elegido una, o sea que tuvimos de todo.
Vamos viendo las nubes y notando el viento sur, todo huele a tormenta. En un primer momento se nos bloquea el cerebelo y decidimos ir a Mamillas, pero luego recuperamos la cordura, aprovechemos unas semanas más, que ya llegará el invierno y lo tendremos que subir hasta cogerle asco. Así que seguimos hacia Sádaba por la carretera del canal e idea de volver por el alto de Sos. Pero se nos hace corto, vamos a gusto charlando y parece que las nubes van quedando a nuestra izquierda, así que en el cruce tiramos para Uncastillo. Por el camino nos sale un perro pastor asesino que se lanza a por nosotros en pleno repecho pasando de las ovejas a las que debería vigilar. Acelera, acelera, me dice el gran Mike con toda su flema británica, haciendo como que lo desprecia y mirando para otro lado. Claro, porque iba por delante y al chucho se le veía encaprichado con mi pantorrilla. No estaba muy entrenado, me he puesto a ciento setenta de pulso y lo hemos dejado atrás.
Mucha actividad en Uncastillo, normal, siempre pasamos por la mañana y no vemos a nadie. Hoy hemos visto a tres personas. Nos hemos quedado casi sin agua, a mí me duelen los pies, cosa que no ocurría desde hace unos cuantos días, decidimos parar en la fuente de la curva antes de empezar la subida del puerto. Seca. Pues nada, a chupar el manillar, que siempre se saca algo, y para arriba. Muy tranquilos y charlando de las novedades que queremos incorporar a nuestras bicis, que si el ultegra electrónico, que si las ruedas tal quedarían de cine, que si los platos no se qué, que si un timbre,… El caso es que como sigamos comprando revistas terminaremos con la bici tan tuneada como nos permitan los bolsillos y nuestras señoras, aunque no en este orden.
Arriba cada vez está más negro. Ley de Murphy, pasamos el cruce de Gabarderal y soy yo el que propone ir hasta Liédena, por redondear. Subimos variante, y como no podía ser de otra forma es al final de la bajada cuando se pone a llover. Vuelta hacia atrás, despedida en el Yamaguchi (hoy Mike no me acompaña hasta casa), y llego al pueblo sin estar calado pero lo justo para que la gente te mire raro y la cadena se arroñe si no la limpias antes de ducharte.
Al final, 104 kms, 3h 33’, 138/168, cad 87, 29,5 km/h, +1050 m. Deberíamos hacer algo más de fondo, en dos semanas tenemos la Euskadi Extrem con dos etapas de diez y siete horas respectivamente, pero ya no hay muchas ganas. Así que nos lo tomaremos como una pachanga de despedida y cierre, y mientras seguir haciendo lo que nos pida el cuerpo, que ya no es mucho.
Alberto 4C.
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