EL RINCÓN DE MIKE Y ALBERTO

No es difícil que dos amigos tengan aficiones comunes, en parte de ahí puede venir la amistad. Pero sí es más complicado que la afición común les envenene a los dos de la misma forma y con la misma intensidad. Eso es lo que nos pasó a nosotros con la bicicleta. Empezamos juntos, fuimos aprendiendo, mejoramos, nos planteamos nuevos retos, y llegó un momento que uno decía :“pues podíamos este domingo ir a…” y el otro decía “pues no faltaba más”, y nos íbamos a hacer la vuelta de las Abaurreas. Y volvíamos de dar una vuelta con el club y uno decía: “pues podíamos alargar un poco” y el otro decía “pues no faltaba más”, y caían otro par de horas y llegábamos de noche a casa.
Salimos con la Btt, últimamente salimos mucho con la de carretera, y espérate que no terminemos saliendo en tándem, o haciendo duatlones, o vete tú a saber. Éste año estamos preparando varias cosas, algunas juntos, otras no, y en este rinconcito queremos contaros los momentos buenos, los menos buenos, las chorradicas, la épica de la bici, las globeradas y lo que se nos pase por la cabeza y se pueda contar. Va por ustedes!!

martes, 28 de junio de 2011

Y DE GUINDA, LA INDURAIN

Después de unos meses de mayo y junio cargados de marchas y kilómetros, el sábado arranco hacia Bera para hacer la Indurain. La otra mitad del dúo corcho pan se queda en Pamplona, estudiando para las opos y preparando la estrategia para la Extrem Bardenas del día 3. Le sustituyo dentro de lo posible por mi amigo Edu, que se estrena en marchas de carretera con el recorrido corto, y que entre el golpe del martes y los nervios del evento lleva sin dormir una semana.

Polideportivo con voluntarios muy amables, baño lleno con apretones de última hora y el inefable Xabigo, que no se pierde una de estas y siempre pone stand y sabiduría al alcance de los participantes. No me gusta viajar el mismo día de las marchas, le quita gracia a la aventura y además no asimilo bien la hora y media en coche previa a la salida, pero se ha dado así y tendré que lidiar con ello. Como el resto de sangüesinos que vienen a correr y a los que encuentro en el parking, Carlos Labay, Guti, Carlos Egüaras y Alfonso. Tampoco se han perdido una en todo el mes de junio, con esta completamos las cuatro jotas de las que llevamos hablando desde navidad.

En la salida vemos que habrá más gente que el año pasado. Eso sí, se sale igual, o sea, a toda pastilla. La primera hora es muy nerviosa, acercándonos a Belate en grupo, por carretera ancha y guiados por coche y motos de cabeza, pero con mucha velocidad, lo que da lugar en medio del grupo a constantes latigazos, sobre todo en los túneles y en el paso por los pueblos, en los que la calzada se estrecha. Voy con mil ojos, repartidos a partes iguales entre las ruedas de los que me rodean, la carretera y la espalda de Guti, al que llevo a cincuenta metros por delante y a mi izquierda constantemente. Tengo unos nervios que me llevan a lo inevitable, empiezo a mearme y no ha pasado ni media hora de la salida, va a terminar teniendo razón el gran Mike con lo de mi vejiga. Veo gente que aprovecha para mear en marcha por la orilla, sin perder velocidad. Ni me lo planteo, seguro que es sacarme la chorra y caerme, o mearme entero a mí y a todo el que me rodee. Tendré que aguantar hasta donde pueda, que no va a ser mucho porque me empieza a doler el estómago.

En Belate se rompe el pelotón, como siempre grupo de unos cincuenta por delante y en la cabeza del segundo grupo estamos Guti y yo. Los pros se van un poquillo, pero aquí también se ve mucho gallo, después de tantas marchas empiezas a conocer caras y maillots, y el ritmo es fuerte. Tengo miedo de descolgarme como siempre en la bajada, así que cuando pasamos los primeros ocho kilómetros de puerto al tran tran, en un descansillo, meto plato y tiro con todo, corono el puerto con quince segundos que me sirven para bajar sin llevar el cuello todo estirado. Y en seguida entramos en Egozkue, segunda tachuela que no tiene grandes desniveles, quizás un par de rampas a la salida del pueblo, pero que se hace rápido también. Misma estrategia, corono de los primeros, aunque la bajada es más técnica y me va pasando hasta el señor que iba a la huerta, con susto incluído cuando un Carcastillo me hace un interior y su manillar choca con el mío. Yo bajo mal, pero él, aunque más rápido, lo hace peor, o al menos sin que le importen demasiado el resto de compañeros. En la Monlora casi me tira subiendo, aquí bajando. Me pide disculpas en la distancia.

Pasamos por Eugui y vamos camino de Artesiaga. En el cruce hacia el puerto lo mando todo a tomar por culo y me paro a mear. No podía más, tenía hasta arcadas. El grupo tira hacia el puerto como loco, anda que te han esperado, me dice el foral del cruce, sí, sí, esperar. Arranco y decido darlo todo en la subida, me lo tomo como un a ver de qué soy capaz. Son diez kilómetros de puerto, con ocho muy tendidos y dos finales más duros, con paellas y un par de rectas de a dos dígitos. Lo conozco del día que hicimos la marcha de los coles con el gran Mike, así que subo a más de veinticinco, no veo ni el río a la derecha. Cuando me falta lo duro tengo un par de coches a doscientos metros que van a paso burra detrás del grupo, ya lo tengo ahí! Engancho con las últimas unidades en el kilómetro final, la cabeza me saca treinta segundos en el avituallamiento, donde por supuesto no paro. Pero la bajada hasta Irurita es larga, y aquí me doy cuenta de que a los primeros adiós muy buenas. Me da igual, estoy contento de la subida y decido bajar a todo lo que dé, ya me engancharé con otro grupo, o les volveré a pillar en lo que queda.

Hacia Ziga nos juntamos cuatro, aprovechamos el alto, que es pestoso y rompepiernas, para comer y beber. Hace calor, pero calor, con sol del de volverte pata negra, y las sales se pierden más rápido de lo que las ingieres. Muscularmente hay que cuidarse, día típico para calambres. Además no hay descanso, bajamos dos kilómetros desde Ziga y venga, la segunda subida a Belate. Mismas rampas, mismo asfalto que se agarra, pero no se sube igual, hay un rosario de corredores por toda la carretera, buscando sombra en los arcenes para no subir a pleno sol. Me junto con un señor de Irún que sube la leche en vinagre, con cincuenta y nueve tacos que me dice que tiene, y con un Garmin con el que haré todo hasta meta. Voy sufriendo un poquillo los primeros dos kilómetros, aunque me encuentro cómodo. Al volver una curva veo a Guti por el carril derecho, que sube charlando animadamente con Gorgorito, que se le quiere subir a la chepa, anda déjame ir contigo, que no, Gorgorito, que vete a que te suba otro, que yo quiero contigo, mira que estacazo te voy a dar más rico, que no, Gorgorito, que no seas pesado. Le animo en su lucha con el de la estaca, me dice que tiene geles, comida y líquido, y sigo para arriba. Guti es perro viejo; arriba se para un rato, come, bebe y se recupera, conoce lo que tiene que hacer y terminará sin problemas. Vaya crack, en su lugar más de uno se hubiera dado la vuelta y enfilado hacia Bera.

Bajamos y entramos en la Ulzama haciendo grupo con las unidades que van quedando de los de delante. Al llegar a Orokieta somos unos treinta, hemos tirado un tipo de Sevilla y yo, pero al llegar al puerto se pone delante un maillot de la Qh 11, que se marca un subidón impresionante. Le sigo la rueda y me digo de aquí no me sueltan ni los bomberos. Grupo enfilado, no se oye ni una mosca. Aguanto hasta arriba, en la cima me pongo a su par y le felicito. Nos quedan dieciocho a Doneztebe, bajada con trampas que a estas alturas revientan las piernas. Pero el grupo es compacto, todos sabemos que el que se descuelgue va a tener que remar hasta Bera con el viento en contra. Al salir a la general la cabeza se relaja, y eso no puede ser, así que le digo al Sevilla, que tiene unas ganas de llegar que para qué, a darlo todo que quedan quince y estamos para menos de seis horas. Entra también el Garmin, pero poco, el Qh, que aunque tiene mucha fuerza se ha quedado vacío después de orokieta, y entre los cuatro y alguna ayuda puntual nos chupamos la bajada, adelantando como balas a los de la corta rezagados. Es un final peligroso, con mucho grupo lanzado, tráfico de camiones, túneles, los de la corta rezagados medio pajarones, la verdad, ya sé que no se puede cortar el tráfico hacia la frontera un sábado al mediodía, pero la organización quizás debería dar con un recorrido alternativo para terminar la marcha, que está organizada de diez, por otro lado. Es una humilde opinión.

Entramos en Bera con 5h. 52’ 24’’, a 31.72 km/h de media para 186 kms., 158/183, cad 88, +3500 m. Puesto 98, 46 de mi categoría. Se me ha hecho dura, pero estoy satisfecho, sobre todo por lo mal que iba en las primeras dos horas y la falta de ganas de la semana. Todo es ponerse…

Guti y Carlos Labay entran enseguida, buen tiempo de los dos, y Carlos Egüaras y Alfonso lo hacen un poco después, juntos. No sé si estamos todos tan felices por haber terminado bien esta marcha o porque se ha terminado de una santa vez el mes de junio. Al final, el balance es muy positivo, hemos terminado todas las marchas sin incidentes y disfrutando, algunas más y otras menos, pero todos enteros. Chicos, como siempre un placer, y como casi siempre no me puedo quedar a comer. Mi ticket se lo queda Fernando Ibáñez, que se ha pasado a saludar y ver el ambientillo, se me va media hora de charla con él antes de coger el coche rumbo a casa.

Y mi amigo Edu? Pues encantado. Ha hecho menos de cuatro horas, que era su objetivo, y lo que es peor… se ha envenenado. Y lo siento, porque era un matrimonio muy bonito, con unas hijas muy monas, su mujer me tenía aprecio. Ahora empezará a llamarme 'ese amiguito tuyo de las carreritas', él empezará a despertarse a horas inhumanas para entrenar, de la dieta de la familia desaparecerán las salsas, la panceta y los bollos, y él empezará a plantear vacaciones o fines de semana inverosímiles para todos en sitios como Sabiñánigo, Bera, Segovia, Ejea, a los que se llevará la bici y el dorsal. Repito, lo siento, tío, bienvenido al club.
Alberto 4 C.

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