EL RINCÓN DE MIKE Y ALBERTO

No es difícil que dos amigos tengan aficiones comunes, en parte de ahí puede venir la amistad. Pero sí es más complicado que la afición común les envenene a los dos de la misma forma y con la misma intensidad. Eso es lo que nos pasó a nosotros con la bicicleta. Empezamos juntos, fuimos aprendiendo, mejoramos, nos planteamos nuevos retos, y llegó un momento que uno decía :“pues podíamos este domingo ir a…” y el otro decía “pues no faltaba más”, y nos íbamos a hacer la vuelta de las Abaurreas. Y volvíamos de dar una vuelta con el club y uno decía: “pues podíamos alargar un poco” y el otro decía “pues no faltaba más”, y caían otro par de horas y llegábamos de noche a casa.
Salimos con la Btt, últimamente salimos mucho con la de carretera, y espérate que no terminemos saliendo en tándem, o haciendo duatlones, o vete tú a saber. Éste año estamos preparando varias cosas, algunas juntos, otras no, y en este rinconcito queremos contaros los momentos buenos, los menos buenos, las chorradicas, la épica de la bici, las globeradas y lo que se nos pase por la cabeza y se pueda contar. Va por ustedes!!

martes, 31 de mayo de 2011

VIENTO DE CULO, POR FIN!!

Acostumbrados a hacer recorridos más o menos circulares, en los que cuando sopla el viento siempre tendrás cierzo en el morro seguro en la ida o en la vuelta, hoy he tenido el gustazo de hacer una ruta en la que sólo me ha dado aire de culo. Y es que tenía que ir a Pamplona a dejar la furgo en el taller, y eso suponía un problema logístico, porque la tengo que dejar dos días, había que pringar a alguien para que me acompañase con el coche y luego traerme o… hacer lo que he hecho, plantarme en el taller vestido de romano, bajar la bici de la furgo, darle las llaves al tío y largarme de allí dando pedales.
Ayer por la tarde caí con todas las de la ley ante el peso de la bacteria, virus, hongo o lo que sea que me dejó primero sin voz el sábado, luego sin fuerza el domingo y por fin sin ganas de nada que no fuese dormir el lunes. Así que, tras volver de la clínica al mediodía con algo de fiebre, decidí meterme en la cama después de cambiar a mis pacientes para otro día. Y dormir. Y vaya si lo hice, cerré los ojos a las dos y media de la tarde y los volví a abrir… a las ocho y media!! Cené como un cavador y vuelta a la cama a las diez. Y hasta las seis y media de la mañana. Para alguien que, como mucho, duerme siete horas, significa que el cuerpo me pedía recuperación. Sudada de escándalo, para tirar el pijama, el colchón, las sábanas, a mi señora, todo empapado. Pero por la mañana estaba mucho mejor.
Así que, tras rescatar el equipo de invierno del fondo del armario (qué optimistas que somos), he ido a Pamplona disfrutando del viento que veía doblaba los árboles y gozándolo de antemano. Y menos mal que lo tenía de culo, porque cualquier otra cosa hubiese supuesto el tener que llamar a un taxi para poder volver, porque pocas veces recuerdo haber estado tan flojo. Ni siquiera me ha dado para alcanzar a otro ciclista colgado que salía de Noain cien metros por delante, ni se me han afilado las orejas ni se me han cruzado los ojos, me he limitado a mantener la distancia hasta el cruce con Urroz, donde él ha tirado hacia el norte, pobrecillo, creo que volverá a casa el jueves o por ahí. Iba vestido de Telcom y tenía pinta de que no había comprado el equipo, así que mucha pena no me ha dado.
He subido Loiti casi con el plato metido, pero sin pulso, ni intesidad, ni ganas, ni nada, fíjate cómo ha sido la cosa que en las rampas del alto de Aibar he conseguido ponerme a 163 pulsaciones subiendo a quince por hora. Espero que sea por la enfermedad, porque el viernes voy a Villarcayo a hacer la Iñigo Cuesta y me gustaría no caerme por la falta de inercia en pleno Portillo de Lunada.
Al final, alargando un poco por Cáseda y finca de Peña, llego con 62 km., dos horas justas, 31 km/h, 126/163, cad 87, +785m. Por lo menos no me he mojado…

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