EL RINCÓN DE MIKE Y ALBERTO

No es difícil que dos amigos tengan aficiones comunes, en parte de ahí puede venir la amistad. Pero sí es más complicado que la afición común les envenene a los dos de la misma forma y con la misma intensidad. Eso es lo que nos pasó a nosotros con la bicicleta. Empezamos juntos, fuimos aprendiendo, mejoramos, nos planteamos nuevos retos, y llegó un momento que uno decía :“pues podíamos este domingo ir a…” y el otro decía “pues no faltaba más”, y nos íbamos a hacer la vuelta de las Abaurreas. Y volvíamos de dar una vuelta con el club y uno decía: “pues podíamos alargar un poco” y el otro decía “pues no faltaba más”, y caían otro par de horas y llegábamos de noche a casa.
Salimos con la Btt, últimamente salimos mucho con la de carretera, y espérate que no terminemos saliendo en tándem, o haciendo duatlones, o vete tú a saber. Éste año estamos preparando varias cosas, algunas juntos, otras no, y en este rinconcito queremos contaros los momentos buenos, los menos buenos, las chorradicas, la épica de la bici, las globeradas y lo que se nos pase por la cabeza y se pueda contar. Va por ustedes!!

viernes, 8 de julio de 2011

POR LOS BOSQUES DE PALERMO

Para intentar poner un poco de frescor tras los ardores bardeneros que encima tan poco agradecidos han sido este año (en la Media, la cadena; en la Extreme, la rueda. Ni a propósito), os cuento cómo ha sido mi primera participación en una marcha popular pedestre, Los 10 Kilómetros Chevrolet de la Ciudad de Buenos Aires.
El caso es que yo no corría a pie desde diciembre, si se puede llamar correr a dar trotecitos por la arena durante media hora, pero es una de las cosas que me llaman la atención de cara al año que viene, mezclar la bici con el running, y quizás hacer algún duatlón antes de la temporada de marchas bicicleteras.

 Así que cuando mi cuñado Guille, gran exfutbolista de meniscos rotos, ex adicto al dulce de leche y a los alfajores, y últimamente adicto a correr por el parque, me dijo que nos apuntábamos a una carrerita popular a los dos días de llegar a Buenos Aires, no le pude decir más que fenomenal.
Así que después de doce horas de avión entre un amable señor de noventa y seis años que se dormía sobre mi hombro derecho y mi hija, que me pateaba el flanco izquierdo, apenas sin pegar ojo y con la comida pensada para deportistas del avión bailando en mi duodeno, tras los besos a todos, nos vamos a inspeccionar el recorrido de la marcha. Me lo habían advertido, vas a ir muy bien de caja, pero las piernas se resienten, así que no corras más de media hora el primer día, y despacio. Justo, cincuenta minutos y casi diez kilómetros, lo que se llama no hacer ni puto caso. Eso fue el viernes. El sábado no me podía bajar de la cama, pero aún así ví que tenía que intentar moverme un poco, y fui al parque a que me adelantasen los niños de tres años jugando al balón. Media hora escasa.
Y el domingo era el gran día. Carrera popular por los bosques de Palermo, unos 1300 participantes. Ola de frío polar que nos tenía a cero grados (polar? Pues como haya que ponerles a estos a hacer la vuelta al canal con siete bajo cero, se mueren, eh Carlos?) y speaker típico argentino, sois los mejores, vosotros podéis con todo, este va a ser el mejor día de vuestras vidas, que en verdad se agradece, sobre todo comparándolo con alguno de las marchas de casa, que son coñazo total y estás deseando salir para no oirle.
Evidentemente nosotros queremos terminar sin más. Guille no corre desde hace un mes, y quiere bajar de una hora y ya. Yo no quiero nada, sudar un poco, sacar unas fotos y ganarme el asadito del mediodía. A nuestro alrededor, de todo, desde el pasahambres pedestre hasta el ama de casa que corre un par de veces por semana. Todos con la camiseta de la organización y el chip en el zapato. Ambientazo.
Dan la largada. Guille quiere ir despacio al principio para luego darlo todo si es que queda algo. Error, la filosofía es una por una, una, aquí se echa el bofe primero, luego el hígado, luego el páncreas y cuando no quede nada por echar, petas y te vas a tu casa. Pero lo de ir guardando, de eso nada. Así que hacemos los tres primeros a cinco minutos el kilómetro, pasando a mucha gente, lo que no dice demasiado del nivel de los compañeros. Me encuentro bien, pero Guille empieza a sufrir de más, y no es cuestión, así que bajamos el ritmo y así iremos hasta el último kilómetro. Pasamos el Rosedal, nos metemos en los bosques de Palermo, arboledas centenarias con lagos llenos de patos en mitad de una gran urbe como Buenos Aires. Como no vas a venir a correr por aquí? Hace unos años, en mis primeras visitas a mi familia política, cuando me ponía las mallas por la mañana, mi suegro poco menos que pensaba que su hija se había casado con un raro. Salías a correr y la gente se giraba porque se te marcaba el culo. Los pocos que corrían era por consejo médico para evitar el infarto, con chandal de los que te escuecen la entrepierna y a trote cochinero. Hoy, el running se ha puesto de moda, todo el mundo va con primeras marcas de zapatillas y ropa, puedes ir todo sudado, pero en nike o Adidas, sin tonterías. Y por eso casi cada fin de semana las empresas organizan eventos como éste, para promocionarse entre los aficionados a un deporte cada vez más popular.
En el último kilómetro decido irme, intentar llegar no vacío, pero sí a tope. Adelanto a cincuenta o sesenta personas, a doscientos metros de la llegada un gordito de pelo rizado no quiere dejarse pasar. Acelera, acelero, cómo puede ser, no doy más, los cuadriceps me duelen y los gemelos se me quieren salir de la pierna, el gordito me mira, va jodido pero no afloja, no sé si no clavarle un codo en las costillas y dejarle sin aire. No, entramos a la vez entre el aplauso de los aficionados y del speaker. Miro el pulsómetro, me he puesto a 180 al final, con media de 150 durante los 52’, 20’’ que he tardado en recorrer los diez kilómetros. Pues como en la Qh, más o menos. Guille entra un minuto más tarde, muy contento con los tres minutos menos que ha tardado con respecto a su última prueba en mayo. Al día siguiente se viene arriba y se apunta en la media Maratón de la Ciudad de Buenos Aires, en septiembre. No le podré hacer de liebre. Hemos quedado más o menos a mitad de pelotón. El primero, treinta minutos. Le ganamos en las agujetas del día siguiente, seguro.










Después, comida regenerativa típica argentina. Alberto

1 comentario:

  1. Bueno, bueno, bueno,..., veo que el dicho "allá donde fueres, haz lo de vieres" no te sirve no??. Haces bien, hay que creer en la nuestra filosofía, "vaciarse! y al final, "petar".
    Me alegro de que vaya todo bien.
    Esta semana empiezo a mover un poco las piernas tras el descanso san ferminero.
    Nos vemos pronto!!!
    Mike

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